Por Pilar Shakti

En la FACILITACIÓN como en la vida misma, podríamos decir que la habilidad de la Escucha es esencial tanto para la comunicación, como para desarrollarnos en este oficio. Diferenciando el oír, del escuchar ya que el primero es un acto, en el que si nuestros oídos están en perfecto estado, sucede sin ningún esfuerzo por nuestra parte, otra cosa es el escuchar, ya que requiere del uso de nuestra atención, es decir de usar la intención o voluntad para enfocar nuestra capacidad perceptiva a distintos niveles.

En el ideograma chino la palabra escuchar significa también: Oído, ojos, toda su atención, corazón.

Por lo que podemos decir que el Escuchar requiere de “ver” de “conectar” y de una “apertura”

Para la facilitación el saber escuchar es una habilidad imprescindible, ya que es la que nos permite en primera instancia “ escucharnos “ a nosotras mismas, percibir nuestro ruido mental y darnos cuenta ¿dónde estamos? en referencia a lo que está aconteciendo. Escuchando si aquello que está pasando en el grupo, ha podido disparar en nosotras una reacción, una proyección y o ha despertado en nuestro interior como las llama otto scharmer ; la voz de juicio o la voz de miedo o la voz del cinismo. La habilidad de la escucha nos permite darnos cuenta y re-conectar con la presencia interna silenciosa que nos guía como acompañar al grupo tal y como el grupo está requiriendo en ese momento.

Al estar la escucha enfocada desde el interior, la persona facilitadora esta lista para atender al grupo en los diferentes niveles y puede acompañarles a ver que está queriendo emerger, devolviendo la información ordenada y atendiendo a las necesidades aun y cuando la situación o el clima sea candente.

La Presencia que otorga la escucha integral, desde nuestro interior y hacia afuera, permite sostener al proceso del grupo, hasta que este encuentra su nuevo nivel.

Propuesta y práctica de escucha integral.

Puedes hacer este ejercicio en cualquier situación, aunque bien es cierto, que si empiezas a practicar en un entorno y ambiente propicio, como puede ser un lugar tranquilo e íntimo, y cerrar o entornar los ojos, puede favorecer la práctica. Lo más importante es la decisión de contactar con tu espacio interior, para ello puedes al soltar el aire, aflojar el cuerpo y dejarte caer a un nivel un poco más profundo dentro de ti. Al percibir el flujo respiratorio como algo natural y al mismo tiempo, abrir la atención a escuchar los sonidos cercanos que se estén produciendo cerca de ti, te darás cuenta que incluso en entornos aparentemente silenciosos, hay sonidos. Sigue ecualizando tu respiración con esa “escucha” . Muy importante que esto suceda sin ningún esfuerzo ni tensional ni psicológico por tu parte. Amplia ahora tu atención plena y relajada más lejos, y hacia todas las direcciones, como disponiéndote a percibir los más sutiles sonidos que te llegan y siempre y a la vez en contacto con tu respiración, tu presencia.

Ahí, sin más pretensión que el estar, deja que el silencio pueda surgir, un silencio en el que tienen cabida todos los sonidos.

Pilar Shakti.