Texto: Javier Moreno, Isidro Espadas, Rosa Vroom. Asociación Pasos, Participación y Sostenibilidad.

En este artículo reflexionamos, desde el rol y mirada que aporta la facilitación, sobre cómo apoyar mejor los procesos sociales vinculados a las zonas rurales afectadas por la despoblación, la desvaloración de sus saberes y prácticas, así como de su patrimonio.

Hace algo más de 5 años, antes de la pandemia, algunas de nosotras decidimos. por cuestiones profesionales y vitales, dejar la ciudad de Granada y venirnos a vivir a este territorio del Altiplano Granadino. Para quien no lo conozca, que imagino que seréis muchas las personas, es un territorio semidesértico, de pequeños cerros de suelos blancos (margas y yesos), con espartales como vegetación mayoritaria y con cárcavas y badlands, todo esto rodeado de montañas. A veces entre esos pequeños cerros podemos ver algunas cañadas aterrazadas de tierra fértil con ribazos para retener la humedad y el suelo cuando la escasa lluvia viene torrencial. Y también podemos ver algunos pequeños oasis verdes y frondosos en los que fluyen pequeños ríos. Está mal que lo digamos, pero es realmente bello. De ahí que hace unos años fuera catalogado de Geoparque por la Unesco.

Es en torno a estos ríos que se establecieron las poblaciones históricamente, teniendo vestigios y yacimientos de la edad de bronce como los presentes en Galera. Pero es en el periodo Andalusí cuando estos valles se convirtieron en las frondosas vegas tradicionales que podemos ver ahora, gracias a las acequias que llevan el agua “por su peso” (mediante gravedad) a lugares dónde de otra manera no llegaría por sí sola, dando vida a zonas donde el río no llega. El ser humano ha generado estos paisajes en una relación simbiótica con su entorno desde hace cientos de años, fertilizando tierras y proporcionando vegetación, sombra, frescor, alimentos, hábitat para especies y otros beneficios tanto para el ser humano como para el resto de seres vivos del entorno. Además de las acequias, hay que destacar un rico patrimonio histórico asociado que apenas se conoce, qanats (alcavor en català-valencià), que son galerías subterráneas que se usan para captar aguas del acuífero o de infiltración, las presas y azudes que regantes hacían para poder desviar el agua a las acequias, o multitud de molinos harineros, oleícolas, e incluso de producción de electricidad a pequeña escala.

Son paisajes fruto de la relación histórica del ser humano con su entorno. Estos sistemas de regadío, basados en técnicas y conocimientos que se han ido adaptando de manera creativa a diferentes circunstancias y dificultades ocurridas en los últimos cientos de años hasta llegar al momento actual. Por ello, también ha generado un acervo cultural que ha marcado y sigue marcando a la población de este territorio. Ejemplo de estos conocimientos son el riego de invierno, que consiste en regar cuando la demanda hídrica es menor pero hay más abundancia, para que el agua se infiltre y se recargue el acuífero y así las fuentes a menor altura puedan seguir manando. O el a veces criticado riego a manta, que en estas zonas semidesérticas y con bajas precipitaciones permiten mantener la vida a los suelos y frenar la desertificación.

Por último, cabe destacar que todo este sistema ha sido desarrollado y mantenido por la propia población local de manera autónoma y colectiva, a través de las Comunidades de Regantes. Es especialmente interesante cómo han desarrollado su estructura, normativa, su sistema de resolución de conflictos, etc., en grupos que han funcionado, en algunos casos, durante cientos de años.

Situación actual de los sistemas históricos de regadíos y las vegas tradicionales

Este valioso socio-agro-ecosistema se encuentra en una situación crítica, producto de una serie de dinámicas y tensiones que se están dando a nivel social, y que tienen su reflejo en el territorio. Vivimos en una sociedad, que de manera general, proporciona un mayor reconocimiento al ámbito urbano. En las ciudades están los centros económicos, de conocimiento y de poder, dónde a priori hay más oportunidades de ascender socialmente y de desarrollarse profesionalmente. Frente a esto, el mundo rural ofrece otras cualidades menos reconocidas socialmente como la tranquilidad, el sentimiento de comunidad y lazos más fuertes entre las personas cotidianas (tu vecina, la de la tienda…), mayores posibilidades de disfrutar del paisaje y el medio natural, y de poder tener tu huerto y poder comerte tus propios alimentos o los criados por personas a las que puedes ponerle cara y afectos. Sin embargo, el desarrollo profesional y el ascenso social, aunque posible, es más complejo y en muchos casos requiere emprendimiento.

Por lo tanto, podríamos atrevernos a decir que como sociedad, “por lo que sea”, parece que es más atractivo estar en el primer grupo. Bueno, venga…ese “por lo que sea” podría ser porque el ámbito urbano tiene un mayor rango o estatus social que el rural. Esto (entre otras causas) se ha traducido en un flujo de población que va de las zonas rurales a urbanas, que empezó en los años sesenta del siglo pasado, y que continúa en la actualidad. Aunque también es cierto que en la última década, y especialmente desde la pandemia, se ha activado el flujo que va de zonas urbanas a zonas rurales. Como pasa en un proceso de grupo, empieza a ver movimiento entre los dos lados.

Otro factor social que afecta a nivel territorial es el contexto socioeconómico en el que vivimos, el cual se basa en la rentabilidad y racionalidad estrictamente económica a corto plazo. En este marco considera que no es rentable cualquier aspecto que no sea productivo desde un punto de vista económico. Estos marcos de pensamiento entraron en las disciplinas científicas vinculadas a las ciencias agronómicas y posteriormente ingenierías agronómicas, que consideran que los sistemas de regadío no son eficientes, ya que el agua se “desperdicia” al regar los árboles al borde de las acequias, al infiltrarse en la tierra manteniéndola viva y recargando los acuíferos, y también al generar un ambiente más húmedo y fresco en verano. Esto es porque para producir el alimento que luego se va a vender, se prima que se use la menor cantidad de agua posible, y debe ir localizada a la raíz, cosa que no podemos negar que ahorra agua y tiene sentido desde esta mirada puramente productivista económicamente. Esto pone sobre la mesa que para que las zonas agrícolas sean rentables tienen que “modernizarse” y “tecnificarse”.

Esto choca con el pool de conocimientos y prácticas basado en la experiencia de cientos de años con el entorno, transmitido entre generaciones. Esto es lo que se conoce como conocimiento tradicional o local. Estos saberes se caracterizan, además, por estar basados en una percepción más compleja y holística de las relaciones causa y consecuencia entre todos los elementos del socioecosistema, dónde las personas no están excluidas. Pero estos saberes han sido minusvalorados hasta hace poco por ese conocimiento científico al que hacíamos antes mención, que se ponía de nuevo en una posición superior. Aunque esto está cambiando.

Además, la producción agrícola del ámbito rural está conectada con los mercados globales, donde se prima maximizar la producción minimizando los costes (vender mucho producto con bajos márgenes), bajo las cuales los productos de los regadíos tradicionales no son competitivos. Esto está promoviendo que vengan grandes empresas y fondos de inversión para alquilar parcelas, dar un poco de trabajo, y hacer agricultura intensiva (lechugas, brócolis, etc.), haciendo pozos legales e ilegales, y depredando otros recursos como el suelo. Esto de momento está pasando fuera de las vegas (más difíciles de “tecnificar” y “modernizar” debido la parcelación y la orografía), y está centrado en los territorios que incluso antes podían ser de secano. Sin embargo, está generando un descenso acusado de los niveles de los acuíferos, llegando a secar fuentes que abastecían a vegas. Además, cabe destacar que estas grandes empresas, ya han mostrado que en cuanto no hay recursos o estos son poco rentables de explotar, se van a otras zonas donde puedan rentabilizar la actividad. A pesar de todo, como es el sistema económicamente más rentable, le da una mayor legitimidad frente a sistemas tradicionales, porque la gente que entra en estas lógicas, en este lado, tiene un mayor rédito económico. Funcionan y esto atrae a la población local que poco a poco entra en estas lógicas más productivistas.

En el otro lado, están las personas que se resisten a entrar en estas lógicas, en parte porque temen que sus consecuencias acaben con sus modos de vida, en parte porque no se lo plantean. Estas resistencias se dan de muchas maneras y formas: huertas de autoconsumo familiar, formas de rentabilizar sus explotaciones desde una perspectiva intensiva en el uso de la tierra pero respetando los sistemas de regadío tradicional, intentando mover los productos por canales cortos, perspectivas como la agroecología y la agricultura regenerativa. En general estas perspectivas son menos cómodas o menos rentables (o ambas) que las que ofrece el otro lado, por lo que son las prioridades y valores personales lo que hace que esto compense estar de este lado.

Por si lo anterior fuera poco, las vegas y regadíos tradicionales también afrontan una serie de graves problemas y dificultades a nivel interno. Por un lado, son sistemas que requieren de más carga de trabajo y personas para mantenerlo, por lo que uno de los grandes problemas es la despoblación y el abandono agrícola y ganadero. La falta de valoración de los conocimientos y prácticas locales es otro de ellos, llegando incluso a generar una pérdida de conocimiento de estos sistemas por la misma gente del lugar. Todo esto acaba provocando un desánimo que se puede ver en algunos lugares, dónde por ejemplo, las comunidades de regantes, que serían las instituciones que deberían gestionar el agua, mediar entre los agricultoras/es y defenderse de las amenazas externas, están muy debilitadas. Llama la atención que en este lado hay muchas “falta” (de ánimo, de población, de valoración). Parece que hay una decadencia. Pero también hay ejemplos que invitan a la esperanza. Hay algunos jóvenes que tras estudiar vuelven, los ayuntamientos de las zonas están siendo ocupados por personas comprometidas y en muchos casos jóvenes conscientes de la situación que intentar revertir. y el Grupo de Desarrollo Rural lleva muchos años haciendo un trabajo muy valioso en esta línea.

Desde nuestra perspectiva de profesionales de la facilitación entendemos que, como sucede en cualquier proceso de grupo, para poder abordar una situación de conflicto es necesario establecer un diálogo entre las partes, entre los diferentes lados que hemos venido hablando. Sin él este territorio, e incluso el mundo, no tiene futuro. Pero este diálogo es poco factible desde la desigualdad de poder actual. Debe haber un reconocimiento desde ambas partes del otro lado. Por eso, desde nuestro proyecto quisimos posicionarnos de parte del lado de las vegas tradicionales, ya que es el lado con el rango más bajo y que necesita más apoyo incluso dentro del ámbito rural. Es evidente que también hay un componente ideológico y de valores detrás de este apoyo, ya que son sistemas de pensamiento y formas de vida que consideramos valiosas en sí mismas y que están en peligro de extinción, y por tanto queremos apoyar. A la vez, apoyar el rango más bajo nos pone en disposición de generar un diálogo con mayor equidad y, por lo tanto, más constructivo para afrontar los retos que tenemos entre manos. A continuación vamos a explicar cómo hemos apoyado este lado.

El Proyecto Vegas de Conocimiento

Este humilde proyecto aunque habla de todo el Altiplano granadino, se centra en las vegas de Benamaurel, Cúllar y Galera. Nuestro proyecto era de poco más de un año, con lo que quisimos poner nuestra energía en fomentar la revalorización de los conocimientos, prácticas y sistemas de riego. Y también lo que de fondo sustenta todo eso, que son las formas de vida. Lo que implicaba conocer todo primero, para lo que hicimos 50 entrevistas y un taller para devolver y validar con ellas la información recogida en las mismas. No sólo entrevistamos a personas que están más visibles en las vegas, sino también queríamos visibilizar el papel histórico que han tenido las mujeres en las mismas y abordar el papel que pueden tener los jóvenes en el futuro. Este reconocimiento y puesta en valor se ha hecho a través de la difusión de vídeos en redes sociales basados en las entrevistas. También se han realizado rutas por las Vegas guiadas por sus protagonistas. Y tres programas de radio sobre la situación general de las vegas, sobre el papel de la mujer y sobre los jóvenes. Esto es una manera de apoyar el rango psicológico, es decir fomentando la autovaloración y la autoestima, mostrando que las cosas que se hacen y que las formas de vida son valiosas.

Pero no nos queríamos quedar sólo en un reconocimiento y valoración, queríamos también generar espacios de reflexión y de intervención, para promover  acciones y motivación que nos pudieran llevar a un cambio de tendencia. Es por ello que se hicieron 4 talleres participativos. En ellos, además de abordar de nuevo el papel de la mujer y los jóvenes, hablamos de cómo potenciar y articular canales cortos de distribución, y trabajamos en propuestas para abordar los conflictos y problemas asociados al agua en el territorio.  Nuestra manera de apoyarlos fue facilitar espacios para que sea la misma población la que plantee las soluciones, y dar apoyo en la medida de lo posible para que esto suceda. Esto es apoyar el rango psicológico también, ya que apoyando la generación de nuevas ideas y propuestas, así como el liderazgo a través del fomento de la auto-organización, la población aumenta su seguridad y sus capacidades para afrontar los retos.

Pero también indirectamente es una manera de fomentar el rango espiritual (sentirse conectado con una realidad trascendente, más profunda). Es validar que sus formas de entender su relación con el entorno, en las que hay una defensa implícita de otras formas vida y de entenderla, donde es importante los afectos con su trozo de parcela, sus árboles, el agua, el proveer de una alimentación sana a tu familia, por los momentos de tranquilidad junto a la acequia o de charlas junto a la vecina. Es apoyar que esos momentos de conexión con uno mismo y con algo más grande, son también importantes y valiosos.

Por último realizamos 3 jornadas de limpieza de acequias entre Benamaurel y Galera en colaboración con el Memolab, laboratorio de la Universidad de Granada que lleva más de 10 años trabajando en esta línea. Estas acciones las entendemos como herramientas de intervención social, especialmente en Galera dónde la comunidad de Regantes llevaba más de 20 años sin reunirse. Además, por una acequia de esta Comunidad, la de la Alpanchía, llevaba sin correr el agua más de 4 años. Tuvimos que enfrentarnos a ese rol de la desesperanza, cogiendo el rol de la motivación y el liderazgo, acudiendo los primeros a las jornadas previas de preparación (a veces sin mucho éxito), y trayendo en las jornadas de recuperación de su acequia a 60 personas, la mayoría de ellas jóvenes de la capital. Lo que pudo motivar y empezar a generar una inercia diferente. Sabemos que esto no es suficiente, estos procesos tienen que continuar para que se asienten los cambios de tendencia, pero marcan un hito. Paralelamente surgió la Asociación Alpanchía, que ha cogido el relevo para seguir realizando acciones de intervención. Y nuestra intención es poder generar nuevos proyectos que sigan apoyando todos estos procesos que hemos iniciado.

Aunque es imprescindible, también vemos que no es suficiente con aumentar desde dentro de las zonas rurales el rango psicológico y espiritual. Necesitamos que a nivel social, sobre todo en zonas urbanas, se conozca y se le dé más valor a las poblaciones rurales, y en especial a estas formas de vida que mantienen estos sistemas agrícolas y ganaderos, dónde lo productivo y lo afectivo está unido, y dónde la naturaleza también forma parte de la ecuación. Es por eso que hemos escrito estas palabras, para provocar en ti una conmoción que con suerte, pueda alimentar una mayor valoración. Espero que leyendo esto hayas caído en nuestra trampa.

Si quieres más información del proyecto y puedes visitar la web así como asistir a la presentación online del documental que haremos en junio. Inscríbete aquí para la presentación del documental.