Por María Molero

A veces, mientras vivimos los grupos -empezando por la familia- es difícil ser consciente de lo que está pasando. Personalmente a veces tardo mucho en verlo. La Facilitación, entre otras cosas, ha ayudado. Y éste tema es uno de las últimas a las que pongo y hemos puesto el foco para compartir: ¿qué motiva o deteriora la implicación y el compromiso de las personas en las organizaciones “voluntarias”?

Nuestra experiencia en diversas organizaciones voluntarias, como participantes o como profesional facilitador, nos han llevado a observar una diversidad de factores que mantienen la motivación de las personas y la cohesión. Y lo contrario. Hablamos de organizaciones y/o colectivos educativos, políticos, espirituales o feministas.

En esta experiencia deslindo dos tipos de motivaciones. La primera es la adhesión a un líder o lideresa magnético/a y con ciertos valores, que tira del carro, como motivación más frecuente; y que generalmente provee de espacios de encuentro, actividades, o alguna propuesta en la que confluyen “ideales-Visión” y “valores” compartidos, con mayor o menor impacto en el entorno. En ese tipo de grupos, que todavía son muchos, nos hemos preguntado que mantiene esos liderazgos con precios tan altos y tanto desgaste. Hemos realizado encuestas a grupos y a Liderazgos en el área Valenciana, y el nivel de “queme” es muchas veces tremendo. Pero siguen. Y nos dan a entender que los Liderazgos -y algún pequeño grupo más comprometido- siguen mientras hay gente que apoya y confía en ellos. Y mientras hay “ciertos resultados” que compensan el esfuerzo y hace sentir valiosa la existencia del grupo.

Por otro lado hemos explorado la motivación de los y las seguidores/as. Y hemos indagado que aunque estos modelos se encuentran cada vez más en crisis, si a pesar de todo se sostienen, con frecuencia se debe al calor relacional y a la necesidad de pertenencia: las personas se tienen aprecio, les gusta estar juntas y compartir, independientemente o no dando tanto peso al motivo de juntarse. Y en esta sociedad con tendencia al aislamiento, se percibe mucho el peso de “pertenecer” a una segunda “familia”. Esto es especialmente notorio en Colectivos de Mujeres y Grupos espirituales, pero también en Grupos alternativos que a veces sienten poco reconocimiento de la cultura dominante del entorno. En los grupos Educativos (educacion libre), políticos y feministas, hay por supuesto y también motiva a los seguidores, el logro de Resultados visibles– desiguales, oscilantes y también con altos costos- pero con cierto impacto en el entorno.

Pero cuando no se implica el factor sobrevivencia material, y la participación es no remunerada, sigue abierta una pregunta: ¿Qué habría que tomar más en cuenta para reforzar la cohesión grupal de maneras más equilibradas y reducir el desgaste? ¿Qué, para generar más impacto y resultados que compensen?

Hemos podido observar e indagar- de nuevo desde cierta experiencia compartida- tres factores que suelen ayudar: a) incluir compensaciones económicas para el motor grupal que soporta el mayor esfuerzo, o otras formas compensar ese esfuerzo; b) revisar una participación de cada persona, desde una motivación más intrínseca, que incluya y busque el encuentro entre la Visión y Misión personal y la Visión-Misión Grupal, en sus posibles áreas de confluencia; c) reforzar y sostener espacios para trabajos de conciencia y conexión en las redes interpersonales, como un suelo esencial de la fuerza y la energía del grupo. Y un terreno constante de aprendizaje. Todo ello forma parte de la transformación de la cultura y la estructura grupal heredada.

Hablo desde mi y nuestra experiencia de varias décadas en diversos grupos, pero la experiencia es diversa, y la casuística es amplia. Sin embargo lo que cito se repite. Por ello me parece un tema digno de aportaciones y un debate más amplio.