Por Júlia Vilageliu

Me encanta pensar que la facilitación de grupos está llegando a cada vez más sectores sociales y que en todos ellos se está trabajando desde niveles un poco más profundos. Me emociona pensar que lo vivido y después procesado en grupo nos hace madurar colectivamente y nos enseña un poquito más quiénes somos.


Al mismo tiempo, si dejo de volar y aterrizo a mi realidad cuotidiana como facilitadora veo que la gran mayoría de grupos que me llaman para que les acompañe son, como yo, de piel blanca y de clase media. Esto me perturba, me genera un conflicto interno en el que diversas voces mías entran en diálogo y una de ellas me dice enfadada que algo estamos haciendo mal, que así no vamos hacia la transformación social holística, que la facilitación no puede focalizarse en un sector concreto que curiosamente es el más privilegiado.

También me dice que ya aprendimos la lección con el feminismo blanco cuando nuestras compañeres racializadas, prostitutas y personas trans nos hicieron levantar la cabeza para ver que había mucho más y que algo teníamos que cambiar para poder caber todes.


Quiero recoger esta voz crítica y escuchar su información útil: está en nuestras manos que la facilitación de grupos pueda incidir también en los sectores racializados y más precarizados.
¿De qué manera? Hay mucho por hacer y mucho por cambiar en el camino.
Especialmente allí donde las extranjeras somos nosotras, considero fundamental ser capaces de soltar y aceptar que nuestra propuesta quizás no sea útil.

Quizás tendremos que soltar el estilo de facilitar con el que más nos identifiquemos y más seguridad tengamos para experimentar con otros más desconocidos. Por otro lado, propongo conocer y controlar a nuestro yo colonizador que quiere desembarcar en un nuevo mundo para «ayudar» con su maleta de soluciones occidentales y moral cristiana. Exagero y, a la vez, seguramente con algo nos reconozcamos.

Por último, aunque esto no ha hecho más que empezar, incorporemos de manera radical la mirada de principiante para que las personas del grupo nos hagan de guía en nuestra blanca ceguera.