Texto: Fer Gascón

El pasado noviembre facilité unos encuentros dentro del programa de la OMS «Ciudades amigables con las personas mayores» en la ciudad donde habito: Guadalajara.

Llegué con ganas de darles voz a las personas mayores de 60 años de la ciudad, respondiendo a la pregunta «¿Es Guadalajara una ciudad amigable con las personas mayores?». Fueron 7 reuniones de mucha diversidad: personas muy activas, algunas muy solas, otras que viven en residencias, cuidadoras, agentes clave…

Según avanzaban las reuniones me empezó a pasar algo. Empecé a ver en la ciudad cosas que antes no veía. Las grietas en las aceras, las baldosas levantadas, las aceras escurridizas, el autobús que no baja la rampa y arranca cuando las personas aún no se han sentado… Sin saberlo, me había puesto las gafas de ver el mundo de las personas mayores (las que todas probablemente llevemos algún día). Esas gafas que ven la ciudad como una oportunidad para combatir su soledad, pero también como un riesgo porque saben que una caída… podría ser la última.

Facilitar grupos es como entrar a una tienda de gafas. Si entras con humildad, escuchando a quienes saben, sales de allí con una nueva mirada. Cada facilitación es una oportunidad para llevarte un buen zasca que te haga consciente de tus privilegios y que, una vez pasado el revoltijo, puedas ponerlos al servicio de mejorar, poquito a poquito, nuestro mundo.