Por Júlia Vilageliú

Cuando hablamos sobre facilitación con alguien que no es del gremio, después de que nos llamen mediadoras, siempre aparece en algún momento la cosa de la neutralidad. Me doy cuenta de que los grupos suelen llamarnos con la expectativa de que seamos personas neutrales ante el tema que vayamos a tratar; también soy consciente de que, nosotras mismas, muchas veces nos presentamos desde ahí.

Veo una parte útil y necesaria en el aspirar a ser neutrales al acompañar un conflicto, que es hacer el ejercicio previo de preguntarnos de qué parte estamos y entrar a explorarla a fondo para al final ser capaces también de apoyar a la otra parte. A la vez, me parece necesario aceptar que siempre estaremos un poco más de un lado y que lo importante es que lo identifiquemos, que lo coloquemos en el momento y que lo trabajemos posteriormente.

Por otro lado, hay algo en la idea de neutralidad que me inquieta y que me mueve por dentro. Me conflictúa imaginarme lo neutral como aquello que no tiene unos valores definidos, como un fondo blanco, un escenario estéril, inodoro, sin condicionantes que perturben en el ambiente. Me conflictúa también pensar cuánto de sesgo de clase y raza llevo encima para asociar sistemáticamente lo neutral y justo a lo blanco y limpio.

Me parecen muy peligrosos los fondos blancos porque llevan inscritos unos valores que no tienen nada de neutrales y que hacen que, una vez más, vuelva a pasar lo que siempre pasa. El fondo blanco ya es de un color, del color blanco que perpetúa el colonialismo, el heteropatriarcado y el capacitismo. Pienso que nosotras también estamos siendo este marco blanco cuando nos definimos como neutrales al facilitar.

Por todo esto, invito a que nos presentemos a los grupos desde los valores que nosotras elijamos y que nos comprometamos con ello; que aspiremos a ser facilitadoras feministas, antirracistas, anticapacitistas; que usemos el poder del rol de la facilitación para establecer marcos más justos y menos hostiles, con los que podamos revisar constantemente nuestro fondo blanco.

¡Busquemos los colores con los que queremos relacionarnos y vivir y pintemos!